Sunday, February 15, 2015

Un Corazón Exclusivista

Cuando iba a nacer mi segunda hija, tuve un momento de verdadera preocupación. Ya tenía un hijo que ocupaba una buena parte de mi corazón y un marido que ocupaba el resto. ¿En dónde iba a caber esta nueva personita? Nunca he tenido mucho espacio emocional y el que concedo, si no corresponde con un afecto razonado, no dura mucho.
Ese amor que se siente por un hijo, el que va más allá de la razón, aún ahora siete años después me sorprende. Porque el amor de pareja, el que es una decisión activa que se acompaña de la cabeza y no sólo de las partes que se emocionan, ése es fácil de identificar. Lo mismo con mis amigos. El afecto comienza pensado. Yo sé, es extraño. Pero funciona. Por lo menos a mí.
Parte importante de la inteligencia emocional es la capacidad de empatía. Ése "sentir los sentimientos del otro". Para serles completamente sincera, muy pocas personas me importan lo suficiente como para ponerme en sus zapatos emocionales. Mi corazón es como un hotel de cupo limitado. Pero tal vez porque me sé incapaz de solidarizarme espontáneamente, trato de ser más objetiva y justa.
Mis hijos podrán contarles que en la casa si no hay sangre ni huesos rotos, las lágrimas no se permiten. Mis amigos reciben mi cariño en forma de regaño. Mi marido... pues, éste no es el blog para eso, tal vez cuando escriba erótica.
Cada quien se maneja por la vida de la manera que mejor le parece. Eso de hacer de la vida una candela es tan doloroso como uno quiera hacerlo. Así pone uno la carita vulnerable ante situaciones y personas que tal vez no lo valoran.
Por el momento, les puedo decir que cuando nació mi hija mi corazón sufrió una ampliación. 

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