Monday, January 26, 2015

Los Benditos Pecados Capitales

"Ah, Vanidad, mi pecado favorito", concluye el personaje de Al Pacino en El Abogado del Diablo (si no ha visto la película, deje de leer esto de inmediato, consígala, mírela y luego puede regresar conmigo). No sólo esta lica habla de los pecados "capitales", que son 7, como el título de la película con Brad Pitt. Tampoco la literatura se salva de nombrarlos, como podrán atestiguar Dante y Virgilio en su famoso paseo por el Infierno (de los tres libros, el Infierno es, por mucho el más entretenido. Allí, Dante rostiza, cuelga, desholla, ahoga en excrementos, etc., a sus enemigos. Simpático.)
Todos caemos en uno, dos, o varios de ellos en algún momento de nuestras vidas. Somos más vulnerables a uno en particular, que es al que regresamos como mujeres maltratadas.
El mío es la vanidad. Por mucho. La gula y la pereza se pelean el segundo lugar, pero cada vez que me quiero meter dentro del bote de Nutella, la vanidad me susurra en su verde voz y me aleja de las garras gorditas de la gula. Mi cama se convierte en un vientre vaporoso que me incita a visitarlo, pero allí va de nuevo la vanidad a sacarme del letargo y hacerme partirme la madre.
Bendita vanidad. Porque todas las cosas "malas", aún los clasificados pecados capitales tienen algo bueno qué sacárles. Los humanos sólo somos tan fuertes como la más fuerte de nuestras debilidades, esas cualidades que llamamos "defectos". Pero todos podemos aprender a tomar ventaja de esas carencias.
Una persona con deficiencias de veracidad puede utilizar toda esa energía en inventar cuentos, fantasías y enriquecer el mundo con historias épicas. Nadie calificaría a Tolkien de "mentiroso", al contrario, se le tiene en la cima de las épicas fantásticas.
¿Qué sería del arte culinario sin personas que padezcan de debilidad por la comida? Terminaríamos comiendo un menjurge pastoso con todos los nutrientes necesarios para subsistencia, pero sin nada del placer.
La pereza es la madre de todos los inventos que utilizamos para facilitarnos la vida. ¿O qué? ¿Mejor seguir lavando la ropa en el río sobre una piedra, en vez de apachar un botoncito en la lavadora? No. Gracias.
El chiste es conocernos a nosotros mismos, saber en dónde flaqueamos y utilizar esas debilidades a nuestro favor. Lo más difícil es el primer paso, porque estamos acostumbrados a ver nuestros defectos únicamente como eso: defectos. Todo tiene dos caras, hasta las virtudes. Y, así como la mejor forma de vencer una tentación no es enfrentarla, sino salir huyéndole lo más rápido que se pueda, lo ideal para superar un defecto no es luchar contra él, sino utilizar su fuerza para ser mejor.
Por eso, yo también prefiero la vanidad sobre los demás, porque me empuja a vencer mi gula y mi pereza. Y también soy abogada, tal vez por eso me gusta tanto esa película.

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