Thursday, February 26, 2015

5 Segundos Antes

Quiero saberlo todo. Todo de todo. Cómo se formó el universo y qué había antes de que existiera el tiempo y qué pasó con los dinosaurios y de dónde vienen los humanos y para qué servimos y en qué vamos a parar y si existen otras dimensiones y si hay extraterrestres y... me cachan. Todo.
Pero sólo quiero saberlo 5 segundos antes de morir. Porque no creo que mi cerebro lo aguante durante más de 5 segundos sin reventar. Y si, como creo, existe una trascendencia eterna después de esta realidad, verdaderamente espero que me pele todo eso, entonces, aunque lo sepa, no me va a servir. (Y si no existe, peor aún).
¿Se dan cuenta qué sería saberlo todo? Pero en serio, no como va alguna gente por la calle creyendo que sí lo sabe. Si muchas veces ni siquiera me sé a mí misma. Y así va uno por la vida, tomando decisiones sin tener toda la información, simplemente porque ésta no está disponible, porque es imposible tenerla absolutamente. Me he arriesgado muchísimas veces, porque no se puede vivir de otra forma. Dejar un trabajo sin estar cien por ciento seguros que no tener ese ingreso va a ser mejor para nuestra familia, pero con la esperanza que educar a los niños como queremos paga el sacrificio con creces. Entregar el corazón en manos de otra persona, sabiendo que está uno abierto y vulnerable y sólo pidiendo que no se lo devuelvan hecho carne molida. Hacer un examen médico que puede o no determinar la posibilidad de tener cáncer en un futuro.
Lo único que uno puede hacer es educarse lo mejor que uno puede y dar el salto, porque hasta no avanzar es una forma de movimiento.
Si llego a saberlo todo y me da tiempo y alguno está cerca, tal vez les cuente algo. Estén pendientes.

Los Círculos

Son posiblemente la figura geométrica más perfecta, completa, dinámica. Significan eternidad y movimiento y protección. Ponlos a girar y te llevan a donde quieras. Dales vueltas sobre su eje y son una esfera, que es un mundo, o un sol, o un universo. Los que estamos casados los llevamos como signo y a los que les gusta quitárselos, los delata la marca.
Pero dejemos un círculo abierto y nos queda algo más parecido a una "c", como de "cagadales". Cuando no unimos los extremos de nuestras vidas, terminamos recorriendo una espiral que inevitablemente nos lleva al mismo punto, sólo que un poco más abajo. O se quedan recordándonos que dejamos algo sin concluir, como tener la espinita de no haber podido madurar mi relación con mi papá.
Poder cerrar una etapa, darle una conclusión a una historia, libera para lo que pueda venir. Una conversación en un restaurante perdido me ayudó a recuperar el recuerdo de mi mejor amigo y abrir la puerta para una llamada que, años después me traería al hogar que tengo hoy. No siempre es fácil tomar esas decisiones. Me costó siete años sentarme a la orilla de una cama y decir "hasta aquí". Mis pesadillas recurrentes son escenarios en los que no dí ese paso.
Muchas veces necesitamos perdonar a otras personas para salir adelante. Otras, tal vez las más complicadas, debemos perdonarnos a nosotros mismos y darle fin a un vicio. Las más tristes son cuando no queda nada qué hacer.
En estos momentos las historias de mi vida aún están en movimiento y tengo pocos círculos cercanos a cerrarse. Espero que, cuando llegue el momento, tenga la oportunidad de unir todos los extremos. No me gustaría dejar gente con cosas pendientes.

Me Ofende Que Te Ofendas

Porque si yo digo un insulto pesado, cortante, no es para que te pongas así. No es personal. Estoy sólo expresando mi opinión. Es mi derecho. Es problema del que se molesta, del que se lo toma a mal. Feo tu modo de contestarme una patanada. Ya nada puede decir uno.
O, nos vamos al otro extremo, utilizando un lenguaje tan blando que parece mosh sin sal.
La belleza del lenguaje es que sirve para comunicar más allá de cosas básicas. Tenemos como humanos la singular habilidad de conectar sentimientos a palabras, cada uno haciendo una mezcla propia entre las experiencias vividas alrededor de lo que representa el concepto y lo que comúnmente significa.
Por eso es cierto que no somos del todo responsables del sentimiento que podamos provocar con lo que decimos, pero tampoco nos podemos hacer las momias de lo que queremos decir según el lenguaje común. Decirle "imbécil" al vecino significa lo mismo para todos, además de las atribuciones propias que le pueda dar el fulano (quién sabe si así le decían de cariño en su casa, de todo hay en la viña del Señor).
Sólo podemos asegurarnos de estar comunicando exactamente lo que queremos decir, en los términos más claros y comunes para todos y hacernos responsables del resultado de esa comunicación. O sea que si yo te quiero ofender, me voy a tomar la molestia de hacértelo saber. Si lo hago por equivocación, me gustaría saber por qué y tal vez llegar a un entendimiento. Pero ni puedo hacerme la inocente de haber quebrado el vidrio con la pedrara tirada, ni responsable de la carita que se me atravesó voluntariamente en el trayectorio del proyectil.
Y si no me creen que hay personas que les gusta ofenderse, paséense por Tuiter.

Wednesday, February 25, 2015

El Soundtrack De Mi Vida

Tengo una excelente memoria para olvidarme de todo. Hay muchas cosas que recuerdo sólo de ver las fotografías. Partes enteras de mi vida que están bloqueadas, o que me salto en el recuento de mis años. La caña que pesca los momentos que quiero sacar a la luz, para mí, es la música.
La Navidad de mi infancia suena a los villancicos del himnario de mi abuela, que ahora es un documento venerable que sólo se saca cuatro domingos al año. Mi adolescencia angustiosa se mueve al ritmo de los gunners y alguna que otra de Bryan Adams. Les puedo dar el playlist entero del camino a la Antigua cuando volvimos a salir de novios. Under Pressure me sirvió para molestar a un muchachito en Nueva York. Frank Sinatra acompañó mis embarazos cuando "I´ve Got You Under My Skin" tomó un significado completamente diferente al original. Bailaba por toda la casa escuchando "Me Pongo Triste y Sentimental" con un canche que apenas puedo cargar ahora y bañaba a una pulguita amarilla y arrugada con "Just The Way You Are" (creo que es la única de Mars que me gusta).
Otras canciones entran furtivamente y me atacan. "Eres Tú" es un gancho al hígado que casi rompe el dique detrás del cuál guardo a mi mamá, porque todavía no sé si puedo navegar su recuerdo, o quedar ahogada de tristeza.
Creo que una vida llena de música tiene una dimensión adicional. Que mis hijos me pidan que les cante "sus" canciones de Alux crea un puente entre mi yo adolescente y su ellos niños y tal vez es más fácil que se entiendan.
Y tal vez, como encantador de serpientes que las saca de la canasta con una flauta, yo desenrosque mis recuerdos, una canción a la vez.

Monday, February 23, 2015

Tener y Demostrar

Una cosa es tener un busto de museo y otra estarlo enseñando. O peor, no tenerlo, finjirlo y querer aparentarlo. Las demostraciones públicas de afecto demasiado efusivas me dan un tipo especial de alergia: o son genuinas y entonces mejor se van al Primavera Suites (o al OVNI, no he tenido el gusto de visitar ese venerable establecimiento, entonces no tengo punto de comparación), o no lo son, entonces para qué están manoseándose en público.
Entiendo que es cuestión de gustos personales y que no me debería importar, pero como aquí desahogo el enredo de mis pensamientos, ténganme paciencia. Tampoco me entra en la cabeza tener carros que no pueden pagar ni el repuesto, o salir a la calle a comer y sólo tener frijoles en la despensa. Ya viví así. De apariencias. Bien feliz, obvio.
La persona que encuentra una fuente de satisfacción interior, pocas veces va a proclamar a los cuatro vientos las cosas que posee. Le es indiferente si se nota o no. Quiere compartirlo, no demostrarlo.
Como vivimos ahora, es difícil llegar a tener este "zen", porque las cosas externas brillan muy bonito y dan ganas. Pero así como se puede uno reeducar a encontrar satisfacción en una manzana y no querer una dona, también así debería uno poder no desear el último grito de la moda, el carro más lujoso que el del vecino, la mejor foto de familia para subir al FB.
No sé ni siquiera si eso sea realmente lo que quiero hacer. Sobre todo porque pienso en términos de "sacrificio", "abandono", "renuncia", todo negativo. Habría que cambiar el lenguaje y decirse cosas como "libertad", "transformación", "trascendencia". Ush. Me da vértigo sólo de pensar subirme a esa montaña.
Quedémonos con no andar sacando por allí el escote.

Sunday, February 22, 2015

Lo Anormal de lo Común

Todas las cosas tienen un propósito ostensible, que determina la normalidad de su utilización. O sea, un desatornillador sirve para lo que dice su nombre, no para limpiarse los dientes, por ejemplo. Lo normal es que el tráfico se detenga cuando el semáforo da luz roja y avance cuando da verde. Lamentablemente, lo normal no siempre conjuga con lo común y por eso uno se queda esperando un par de segundos después que tiene la lucesota verde para ver si no viene un energúmeno que se le ocurrió que el rojo, o no le aplicaba, o que todavía pasaba "raspadito". Lo normal es que si uno tiene hijos y sale a caminar con el carruaje, sea la nana la que lo empuje y no que comunmente se lleve a una empleada al lado, empujando el cochecito del neneco. Lo normal es que a uno le guste estar con la persona con la que se casó y no llamarla "la bruja de mi mujer" de forma habitual.
Ahora, cuando entramos en las preguntas filosóficas de un niño de 7 años, la cosa se complica un poco. "Mama, ¿por qué las mujeres se pintan y los hombres no?" Allí no se puede hablar de normalidad per se, pues esas reglas sociales las dicta eso, la sociedad en la que vivimos. Y nada es tan mal visto en la sociedad como salirse de la normalidad artificial que "debemos" tener.
Ese arte entre navegar entre el fluido del ámbito en que nos movemos y salirnos de la corriente para encontrarnos a nosotros mismos es algo que pocos logran. Los que se salen de lo común y viven una normalidad propia, no son necesariamente las personas más felices de la historia, pero sí son las que más la han impactado.
Las mejores decisiones de mi vida las he tomado fuera del contexto de lo que es "común" hacer, pero que me han parecido normales. Creo que es normal sentarse con el fulano con el que uno sale y preguntarle a dónde quiere llegar. Me parece normal que un niño tenga un horario, de lunes a domingo. Estoy segura que es normal estar profundamente enamorada de mi esposo.
Igual, seguiré esperando un momento para avanzar en mi carro, no sea que me pase llevando un común.

Friday, February 20, 2015

Cumplir de Más

"Yo no cocino, ni limpio y tengo mal carácter." Frase célebre que utilizaba frecuentemente cuando tenía 18 años a modo de promoción/advertencia a los candidatos. Obvio, no eran muchos. También tenía la filosofía de no maquillarme seguido, para no espantar al que fuera a despertarse al lado mío. Conozco a una señora guapísima que se pone la cara antes de dormir, se levanta de madrugada para bañarse y pintarse, de forma que el marido jamás la ha visto sin repello. Eh... Mejor no.
Cuando llegamos a algún lugar que nos han recomendado hasta por los cielos y que se promociona como la octava maravilla, tenemos expectativas altas y éstas a veces son difíciles de cumplir. Pero si en vez de recibir promesas extravagantes, simplemente obtenemos resultados eficientes, nos sentimos más satisfechos que encontrar un billete en la bolsa del pantalón.
¿En cuántas ocasiones nos han ofrecido bajarnos la luna y las estrellas? ¿O ser un Cassanova y luego ni siquiera pueden quitarnos el bra con una mano? ¿O cómo hemos quedado nosotros mismos cortos de lo que hemos prometido?
No se trata de ir por la vida sin entusiasmo, pero es mejor guardarse un poco para el "delivery".
Sigo sin maquillarme todos los días, pero me tatué el delineado de los ojos. Ya cocino rico y me encanta mantener mi espacio limpio... mi marido se siente dichoso con dos de tres.

Thursday, February 19, 2015

20 de 1,700

Este año, al igual que el anterior, me tomé fotos para regalarlas al marido del día del cariño. Con fotógrafo profesional y maquillista, porque no soy la preferida de la cámara. La vez pasada pudimos escoger sólo 10 del montón que quedaron en el olvido. Ahora por lo menos salieron 20. Son momentos perfectos robados de la realidad en los que veo una mujer que a veces soy. Lindo poder dejar ese recuerdo, como la colección de fotos de cuando tenía veinte años, las de bebé redonda, la niña abrazando a su papá.
Ahora con la facilidad de tomar y ver inmediatamente en un teléfono lo que se quiere captar, tenemos una orgía de imágenes a nuestra disposición y no nos dan la sorpresa en la caseta Kodak. Así, puedo enseñarles sus berrinches a mis hijos, que tienen sucia la cara y la parte de atrás de la camisa (aún no sé cómo), el pelo de loca, todas las realidades comunes, que no son precisamente enmarcables.
Recientemente circuló una foto de Cindy Crawford, quien a sus casi 49 años, dos matrimonios y dos hijos después, está como tiene que estar. Es tan sorprendente ver a una modelo sin retoques, que se nos olvida que no es el espejo el que nos da una imagen inexistente, sino la publicidad.
La vida no es como las fotos, escogida y perfecta. Para eso está el Facebook. Está bien que atesoremos los mejores momentos, pero prefiero pensar que a mi esposo le gusto en un día normal, en mi usual facha y no sólo en esas 20 imágenes. Salieron preciosas, eso sí. Y no, no se las voy a enseñar.

Tuesday, February 17, 2015

La Belleza es Objetiva

Por lo menos eso dice mi marido. Y tiene un razonamiento bastante interesante: si siempre existe alguien a quien le puede parecer bonito algo, entonces resulta que todo siempre es bonito y que sólo depende de la percepción. En realidad, el mundo es neutro. Una mezcla de ondas de luz, sonido, partículas, que nuestro cerebro convierte en sensaciones. La física cuántica argumenta que estamos compuestos de cosas que no están allí.
Es como la moda. No siendo la persona más arreglada sobre la tierra, pocas veces me disparo una crítica contra las fachas de alguien más. Pero hay algunas personas que tienen un sentido carnavalezco de la ropa y que salen a la calle con valentía. Y se sienten bien. De nuevo, es su percepción.
¿Y por qué no? La deformación que tiene nuestro cerebro hacia lo negativo viene de la época en la que teníamos que encontrar al tigre entre las sombras. Mejor ser pesimista y equivocarse, a salir despreocupados y servir de garnacha. Tal vez ya es hora de fijarnos en las cosas buenas y esperar lo mejor (salvo en el tráfico, por favor no lleven el vidrio abajo). Todas nuestras neuronas se pueden reconfigurar hacia la felicidad. ¿Y quién no preferiría ser más feliz?
Objetivamente, el mundo está lleno de cosas agradables. Hasta los disfraces, digo, la ropa que portan algunos con orgullo, tienen su encanto. Sólo hay que cambiar la percepción.

Lo Que No Se Espera

El declive de mi mamá fue un proceso largo. Sufrió un derrame cerebral y pasó en mayor o menor grado de invalidez durante año y medio. En ese tiempo vi a una mujer desconocida ocupar el lugar de mi mamá. El daño fue tan cruel que no afectó ni su memoria, ni su capacidad de raciocinio. Simplemente la convirtió en una adolescente berrinchuda, sin filtros y difícil de cuidar. Después de haber sido la más considerada, la más dulce, esperaba el momento justo para morderme cuando le lavaba los dientes. El doctor me lo dijo muy bien: "no se lo tome personal. Ya no es su mamá." Murió inesperadamente, pues nunca estuvo enferma. Pero no me tomó desprevenida. Aún así, no hay forma para estar listo.
El viejo dicho de "No es lo mismo verla venir que bailar con ella," es tan cierto, que no sirve para nada. Se pueden leer todos los libros acerca de la maternidad que hay en el mundo y olvidarse de lavarle el ombligo al bebé (no voy a decir a quién me pasó). Hay muchas más cosas en la vida para las que es imposible prepararse, pues pocas cosas son seguras.
Prefiero mantener la ilusión de adelantarme a los hechos. De tener una noción del futuro. Entiendo que es una simple ilusión. He visto que las personas parecen más felices cuando se dejan llevar un poco por el presente, sin planificar mucho su futuro.
Con esto, como en mucho, no sé. Tal vez lo mejor sea una combinación de planificación detallada, con espacio para la espontaneidad.

Monday, February 16, 2015

Tu Burbuja y la Mía

Grande, pequeña, opaca, transparente, incluyente, frágil, de cualquier forma que sea, pero todos vivimos dentro de una burbuja. La que nos construyeron nuestros padres, profesores, profesiones, preferencias, religiones, relaciones, experiencias. La que percibimos, o que de todos modos nos envuelve y negamos. No importa. Siempre está allí.
Cuando crecemos y tomamos conciencia de su existencia, si queremos experimentar el mundo de forma más amplia, decidimos expander la burbuja. Cuando fijamos nuestros valores y lo que más nos importa, reforzamos sus fronteras.
La frase "Así hacemos las cosas en esta casa" es la primera frontera de la burbuja. Cada familia tiene su propia base. Los niños en mi casa están dormidos antes de las 7pm, de lunes a domingo. Escogimos un colegio en donde tuvieran tres idiomas, para darles amplitud del mundo. Tenemos la esperanza que, con su propio esfuerzo, se puedan ir a estudiar fuera. Bien, o mal, ésa es la burbuja dentro de la que metemos a las personas que tenemos a nuestro cargo. Somos bien extraños.
Ayer mi hijo me preguntaba si había alguien en mi vida que me molestara. Pude contestarle que no, porque verdaderamente sólo me relaciono dentro de mi burbuja con gente que me aporta más cosas positivas que chingaderas. Así podo mi tl, doy blocks y ufs sin remordimiento, dejo de contestar llamadas y evito inmiscuirme en situaciones desagradables.
Lamentablemente para mis hijos, el mundo a su edad está lleno de gente que no respeta las burbujas que cada uno tiene. Ya aprenderán a defenderse.
Por el momento, se me está terminando el tiempo de pintarles sus burbujas de colores y debo aprovecharlo.

Sunday, February 15, 2015

Un Corazón Exclusivista

Cuando iba a nacer mi segunda hija, tuve un momento de verdadera preocupación. Ya tenía un hijo que ocupaba una buena parte de mi corazón y un marido que ocupaba el resto. ¿En dónde iba a caber esta nueva personita? Nunca he tenido mucho espacio emocional y el que concedo, si no corresponde con un afecto razonado, no dura mucho.
Ese amor que se siente por un hijo, el que va más allá de la razón, aún ahora siete años después me sorprende. Porque el amor de pareja, el que es una decisión activa que se acompaña de la cabeza y no sólo de las partes que se emocionan, ése es fácil de identificar. Lo mismo con mis amigos. El afecto comienza pensado. Yo sé, es extraño. Pero funciona. Por lo menos a mí.
Parte importante de la inteligencia emocional es la capacidad de empatía. Ése "sentir los sentimientos del otro". Para serles completamente sincera, muy pocas personas me importan lo suficiente como para ponerme en sus zapatos emocionales. Mi corazón es como un hotel de cupo limitado. Pero tal vez porque me sé incapaz de solidarizarme espontáneamente, trato de ser más objetiva y justa.
Mis hijos podrán contarles que en la casa si no hay sangre ni huesos rotos, las lágrimas no se permiten. Mis amigos reciben mi cariño en forma de regaño. Mi marido... pues, éste no es el blog para eso, tal vez cuando escriba erótica.
Cada quien se maneja por la vida de la manera que mejor le parece. Eso de hacer de la vida una candela es tan doloroso como uno quiera hacerlo. Así pone uno la carita vulnerable ante situaciones y personas que tal vez no lo valoran.
Por el momento, les puedo decir que cuando nació mi hija mi corazón sufrió una ampliación. 

Friday, February 13, 2015

"Sin Pelos en la Espalda...

... y sin mal aliento. Y que no se tire pedos en frente mío. Y que no sea huevón. Y que no..." Mi letanía de requerimientos para tener pareja cuando mi mamá me preguntó qué estaba buscando.
Siempre he pensado que es mucho más importante saber qué NO me gusta. De nada sirve encontrar a alguien que llene toda la columna de "tener", cuando aparece con algún "pero". Por ejemplo: la mujer es despampanante, PERO deja la ropa tirada en el suelo. Al principio, ese pequeño detalle podrá no importar, PERO, cual gota de agua que termina cincelando un precipicio, son las cosas cotidianas las que hacen o destruyen una relación.
Y así es con todo. En una dieta lo esencial es saber qué no comer. En un trabajo quiero que me digan qué sale fuera de mi ámbito de acción. Un artículo de ropa se puede ver lindo en la vitrina, pero quedarme fatal. En mi casa, la generala que tienen mis hijos por madre prefiere poner las reglas de qué no pueden hacer, a decirles qué sí. Por eso las leyes, los mandamientos y las normas de conducta en general se dan en negativo. Todo lo demás, sí se puede hacer.
El conocer qué no soporta uno es una clave para no ir poniendo el corazón en lugares que van a terminar mal. Vale la pena examinar esos límites y evitarse uno lágrimas derramadas sobre tazas de inodoro levantadas, pastas de dientes mal exprimidas, ropa interior regada, etc.
No es común recitar esos disgustos. Mi santa madre me vio con cierta ternura cuando terminé y me dijo: "M´hija, pues no sé a dónde te lo vas a tener que mandar a hacer así exacto como lo quieres."
Pues hasta ahora puedo decirles felizmente que ni un pelo en la espalda, aliento fresco, trabaja como burro y mi nariz no ha sido violentada por ningún gas lacrimógeno. Todo bien.

Thursday, February 12, 2015

La Humildad Desafiante

Como virtud, la humildad es la menos deseada de todas. No he encontrado a nadie que le guste que lo califiquen de "humilde". La equiparamos a "pobre", "sumiso", "apachurrado". Eso de poner la otra mejilla no es precisamente una propuesta seductora (bueno, ahora con eso de 50 Shades, quién sabe). Roy H. Williams, un genio del mercadeo, considera que el acto de ofrecer la otra mejilla no es una demostración de debilidad, menos de miedo.
La persona a la que más admiro en el mundo es sin duda el hombre más seguro de sí mismo. Jamás lo he escuchado tratando de llamar la atención, ni de demostrar que es el más inteligente en un grupo, aún cuando eso es así el 99% de las veces. Escucha con interés el punto de vista de los demás y concede la razón cuando lo amerita. Callado, observador, humilde.
Ahora me doy cuenta que cuando yo más he querido sobresalir es en las situaciones en las que menos cómoda me he sentido. Antes, entre un grupo nuevo de gente, era yo la más gritona, la primera que decía algo inapropiado para hacer reír a los demás. En una clase, hacía las preguntas más interesantes para que el profesor se diera cuenta de lo lista que soy. Con los años, con una mejor medida de mi propio valor, no siento esa necesidad de reconocimiento externo.
Encontrar eso, la fuente de saber cuánte vale uno y que sea completamente independiente de validaciones de fuera, ésa es la humildad. Una persona verdaderamente humilde no necesita que nadie lo suba a un pedestal. Tampoco necesita tirar al suelo a nadie. Escucha y acepta ideas nuevas, aún si contradicen las propias. Admira los logros de los demás, porque sabe que no son en detrimento de los suyos.
Por eso, el desafío implícito en poner la otra mejilla. Aquí está. El golpe anterior no me quitó a mí nada. A ver si te atreves a darme otro. Así sí me gusta esa virtud.

Wednesday, February 11, 2015

El Petate y la Bola de Jabón de Coche

Recién divorciada (casada a los 20, divorciada a los 27, no hijos por supuesto, material de otros muchos posts que me guardo para tener qué escribirles en otras ocasiones), regresé a vivir con mis papás. Preocupada por mi posible conducta, mi mamá le preguntó a una amiga: "Ay chula, ¿y si le da por putear?", a lo que su amiga plácidamente contestó: "Pues que putee Chita, sólo que tenga cuidado de lavarse con jabón de coche." Otro día, me topé con otra amiga suya entrando a mi casa y ella saliendo. Me miró de pies a cabeza y exclamó: "¡M´hija! ¡Yo con tu cuerpo y tu cara y lo que ya sé, andaría con el petate bajo el brazo!" Mejor no elucubremos acerca del grado de relajación de la moral de las amigas de mi santa madre.
Mi relación con mi mamá siempre fue inmensamente cercana, complicada, amorosa, tormentosa, codependiente, feliz... Yo soy hija única y eso distorciona aún más la dinámica padre/hijo. Recuerdo haberle preguntado muchas veces: "¿Cúando vas a dejar de decir que sólo tengo XX años?". La respuesta era la misma: "Nunca, porque siempre te voy a llevar la misma edad." Ahora que tengo hijos, me cuesta separar su realidad del recuerdo del bebé indefenso que me necesitaba para todo. Y es que la relación que tenemos con ellos nunca puede ser de igualdad, porque está predicada precisamente en que sabemos más que ellos y por eso tenemos la "administración" de su vida.
El fenómeno también funciona a la inversa. ¿Quién de nosotros ve a sus padres como adultos? ¿Como personas en sí mismas, con anhelos, experiencias propias? Es difícil imaginarnos a nuestros padres existiendo antes que nosotros naciéramos.
Yo ya no tengo la oportunidad de indagar en la mente de mis padres para sacar a esa persona de mi edad que se esconde en sus recuerdos.
Por lo menos me queda la satisfacción de haber sentido que mi mamá me trató como adulto con derecho de tomar malas decisiones: esa Navidad, bajo el árbol, encontré un petate y una bola de jabón de coche.

Tuesday, February 10, 2015

Tres Palabras Para Encabronarme

No son "Te ves gorda", para eso hay espejos. Son: "No te enojes." Si quieren verme ensatanada, no hay forma más fácil.
Durante nuestra infancia y mucho del resto de nuestras vidas, se nos pide que estemos felices. Contentos. Todo. El. Tiempo. Eso no sólo es imposible, sino que no es sano. Sentir sentimientos es natural (por lo menos eso me han contado) y no todos son positivos. El hábito de identificar el estado emocional que se tiene y poder ponerle un nombre es uno de los pilares de la inteligencia emocional. Y es ésta, no el cociente intelectual, lo que determina de mejor forma nuestro éxito en la vida.
Ahora, una cosa es estar encachimbado y otra cosa es que se le salga a uno el chamuco. Yo muy en mi derecho de enojarme podré estar, pero jamás hay excusa para rematar contra un tercero. El mejor mandamiento en una negociación es: "El que se enoja, pierde." Podría estar mejor redactado: "El que demuestra que se enoja, pierde", pero eso es muy largo.
A mis hijos trato que expresen sus frustraciones, si están tristes, decepcionados, enojados, etc. Les acepto que me digan si esas emociones van dirigidas hacia mí. Lo que no es permitido es que actúen sobre eso: está bien que te enojes, pero no que me tires todo en el cuarto.
Es una señal de respeto dejar que alguien se enoje y no pretender negarle el sentimiento. Si recibimos de mil amores las felicidades, aguantémonos compartir los ratos colorados. Y si me miran echando chispas por allí, por favor, por el bien de nuestra cordial convivencia, no me pidan que no me enoje.

Monday, February 9, 2015

Todavía Soy Hechicera, Pero No Adivina

Me queda un año de matrimonio para convertirme en bruja (jeje). Lo de adivina, mi marido diría que sí le leo la mente y mis hijos están convencidos que lo hago. En realidad, aunque muchas veces tengo una buena idea de lo que están pensando, prefiero preguntar directamente. Nada cae peor que alguien pretenda saber lo que uno quiere, piensa, espera, sin tomarse la molestia de averiguarlo primero.
Por eso yo sí aconsejo la extraña costumbre de poner en forma clara y expresa las expectativas de las partes en cualquier relación. Eso de "a ver qué sale", es poner en el Waze como destino "Fracaso" y tomar la ruta más directa. Además, que es un ejercicio que hay que realizar frecuentemente, porque las relaciones, como los seres humanos que las llevamos, no son estáticas. La fluidez obliga a cambiar los roles. Recién casados, yo trabajaba y pagaba las cuentas de la casa de mis papás enfermos, viajaba, me levantaba tarde los fines de semana... Ahora tengo dos jefecitos de tiempo completo, sin vacaciones ni remuneración en efectivo y mis tiempos libres son contados en los minutos que cierro la puerta del baño con llave. Así es la vida. Pero yo sé cuáles son las expectativas (de nuevo esa palabra clave) que tenemos en nuestra familia y aquí saben también qué espero de todos. Así se trabaja más fácil.
Esto aplica para todos. Desde dos personas que están empezando a conocerse, un trabajo, amistades de años, relaciones casuales, hasta lecturas del tl. No importa si lo que se quiere es simplemente una enmotelada rápida y no volver a ver al fulano, mientras se tenga claro.
Un genio de quien aprendí cómo escribir dice: "El riesgo del insulto es el precio de la claridad". Prefiero sentirme insultada, pero saber bien sobre qué estoy parada.
Para mientras, seguiré disfrutando de mi estatus de "hechicera" y escuchando los pensamientos de mi marido furtivamente.

Friday, February 6, 2015

Mi Traida Exigente



Prefiero los gatos. No me gustan los perros. Apestan, babean y todo el tiempo requieren de atención. Los gatos huelen bien, jamás sueltan baba y sólo se acercan de vez en cuando. Si un perro no se ejercita, destroza la casa entera. Un gato encuentra entretenimiento solito, aunque sea con una bolsa de papel. En pocas palabras, los perros son chiclosos, melcochosos, "needy". Guácala.
A nadie le gustan esas relaciones. Tampoco estoy aconsejando la distancia y frialdad como modus operandi, pero un poco de espacio personal siempre es saludable.
Yo no soy el mejor ejemplo del término medio, tiendo más hacia las áreas gélidas, miau. Pero aprecio a la gente que me quiere y me busca aún con mis carencias emotivas. He aprendido a ser cariñosa con mis hijos, pero sí tengo que recordarme conscientemente de darles un abrazo todos los días. Mi esposo recibe mis demostraciones a través del estómago: yo cocino para agradar, es un milagro que no rodemos en esta casa.
Cada uno tenemos la medida de lo que nos agrada. Más importante, de lo que no nos agrada. Por eso es tan difícil hacer juicios de valor sobre la forma en la que vive la demás gente, porque no estamos en sus zapatos, no sentimos con su corazón y definitivamente no pensamos con su cabeza.
De nuevo, las relaciones melcochosas y dependientes me ahogan y por eso siempre he tenido gatos. Hasta ahora todo me había funcionado bien. Hasta ahora. La gata que habita en mi casa me sigue por todos lados, maúlla constantemente, siempre quiere estar sobre mí y (horror de horrores) babea. Peor que traida exigente. Prefiero al hámster.

Thursday, February 5, 2015

La Privacidad en Vitrina

"¡Espérense! Hay que tomarle foto a la mesa para subirla." "¡Estamos celebrando x o y cosa! ¡Hay que avisarle al mundo!" "¡Me corté el pelo, miren cómo quedé!" "Estoy a dieta y lo detesto." "Me siento feliz." "Me siento triste."
Les podría seguir dando ejemplos, pero es más fácil que se vayan a mi tl y miren mis tuits. Y los de todo el resto de usuarios. Las cosas nos dejan de parecer "reales" si no las compartimos en alguna red social. Y está bien. Como humanos, necesitamos sentir que pertenecemos a una tribu y nuestra vida moderna nos permite hacer comunidades virtuales. Los que entramos tarde en ese juego (o sea, los que estamos más cerca de los 40s que de los 20s), todavía buscamos llevar a rl (real life) las interacciones que sostenemos con avatares. La suerte inmensa que he tenido al llenar mi vida de las personas que descubrí en Tuiter, no sé si sea común.
Aún así, no me siento cómoda soltando detalles personales al aire. Leer intimidades me shoquea. Tal vez es por eso que el pobre chato de la valla me pareció tan valiente. Ni siquiera en estos tiempos de transparencia el poner el corazoncito a disposición del escrutinio y ridículo del mundo se mira tan seguido. Lo mismo con las personas que tienen exposición pública en medios. Eso de ponerse de blanco de cualquiera con una opinión, es difícil.
La línea entre lo que se comparte y no, la determina uno mismo. Es igual que un escote, uno decide cuánto enseña y se atiene a las consecuencias. No voy a pretender destapar hasta el esternón y que no me miren con hambre (por lo menos, sería peor si fuera con lástima).
Y ahora, si me disculpan, tengo que compartir es post en mi tuiter para que me lean.

Wednesday, February 4, 2015

"La Vida Es Dolor..."

"... cualquier que te diga algo diferente, te está tratando de vender algo." "Mi nombre es Iñigo Montoya, mataste a mi padre, prepárate para morir." "- Hasta la muerte. - ¡No! ¡Hasta el dolor! - Me temo que no estoy familiarizado con esa frase..." Sí, me sé casi toda "The Prince´s Bride" de memoria. Por mucho es mi película favorita, aunque ahora que la miro detesto el papel de babosa que hace la tal "Buttercup", pero eso es harina de otro costal.
Y sí, hay un tema interesante durante la película: el dolor. Físico, emocional, sentimental. No es aquí el único lugar en donde se toca, tampoco. Se puede decir que es el tema universal de nuestra existencia en este "valle de lágrimas".
Mi papá decía que el dolor está en la mente. Mi mamá sufrió de dolor crónico durante veinte años que le amargaba la existencia. Cada parto conlleva una medida más o menos enorme de dolor. Hacer ejercicio tiene como consecuencia dolor muscular. No hay escapatoria.
Tampoco la quiero. Gracias al dolor podemos identificar que algo nos lastima y protegernos (tanto física, como emocionalmente). Por el dolor medimos nuestras fuerzas. Y sólo tenemos orgasmos, porque los receptores de dolor se activan (y eso que no estoy hablando de 50 Shades).
No me gusta el dolor. Lo soporto, a veces lo acepto como parte inevitable de algo que me gusta, como hacerme un tatuaje. Pero nunca le huyo. Porque si se niega el dolor, no se aprende de él y uno vuelve a encontrarse en la misma situación que lo llevó a él.
Por el momento, sin dolor, vuelvo a repasar las frases que le dice "Wesley" al príncipe "Humperdink", después de describir cómo le va a ir cercenando cada uno de sus miembros, menos las orejas: "Hasta el dolor es que resuene en tus orejas perfectas el sonido de cada grito al verte." Y después se levanta, e Iñigo logra su venganza y el gigante encuentra los caballos y se van. Si no la han visto, véanla.

Tuesday, February 3, 2015

"Ese" Jefe

El que lo trata a uno como ganado, completamente reemplazable. Indiferente a los problemas personales, sólo le importa el resultado. Directo para las críticas, severo, distante, jamás trata de ser amigable. ¿Pastel para el cumpleaños? Ni de chiste. Uno sabe en dónde está parado.
También está el otro jefe. El buena gente, casaquero, que pregunta hasta por el chucho de la casa. Comprensivo, cuenta chistes, que igual se voltea con SU jefe y se lleva todo el crédito por el trabajo que uno hizo. Que en vez de ayudarte a avanzar, te tiene bajo su pie, de una manera tan agradable que ni te das cuenta. El que aconseja como el "mejor amigo" que no te vayas a estudiar una maestría porque hay que aprender a trabajar, pero a su hermano lo beca. Arenas movedizas son más estables.
He conocido de los dos tipos. Mil veces prefiero al primero. Es como tener un perro que uno sabe que es enojado y que mejor no se le acerca uno. No como esos engendros del demonio que se acercan moviendo la cola y, cuando uno menos se lo espera, ¡zas! que le zampan a uno la mordida en la nalga (#TrueStory).
Así también prefiero rodearme de gente clara. En general me siento atraída por las personas cortantes y directas, ésas que no son las más populares. Pero son íntegras. La integridad entendida como la unidad entre lo que se piensa, se habla y se hace es la cualidad que más admiro y busco. ¿De qué me sirven halagos vacíos, sonrisas falsas y cariños sin sustancia? No estoy diciendo que no me guste que me echen flores, sólo que prefiero unas chatías reales a unas orquídeas de plástico.
Y sí, prefiero al jefe hijuelascienmilseñoritasdelavidaalegre. Siempre. Ya me han mordido demasiados chuchos.

Monday, February 2, 2015

"No Me Gusta Tu Pelo"

"Ese vestido no te queda bien." "Ahora sí te estás engordando." "Me parecía mejor el otro color." Éstas y otras opiniones nos asaltan en varios momentos de nuestras vidas, generalmente de la boca de la gente que más nos quiere. Yo creo que es por una mezcla de cariño que no sabe expresarse y un sentido inflado de nuestra importancia en la vida de los demás. ¿Por qué otra razón se dispararía alguien un comentario sobre otra persona, sin que sea solicitado previamente?
A mis amigas les doy una oportunidad (las amenazo): "¿De verdad quieres saber mi opinión?" Ya les he compartido a ustedes mi carencia de empatía, lo que me hace tener pocas delicadezas en el momento de expresarme. Por lo mismo, prefiero verme bonita (o sea, mantenerme callada), porque: 1. Si lo que están haciendo, tienen puesto, dicen, piensan o creen no me afecta a mí de forma directa, no tengo ningún derecho de pronunciarme al respecto; y, 2. Les tengo el suficiente respeto como para creer que ya están grandecitas y saben lo que hacen.
Claro que esto no aplica para los hijos. Bueno, no siempre. Se ponen las reglas de cada casa y se refuerza su cumplimiento (sí, suena a estado militar, qué les puedo decir). Pero si la niña se quiere poner una blusa morada con el pantalón rojo y las calcetas verdes, pues... que salga en fachas. Prefiero que encuentre su estilo. Todavía llevo quemado el recuerdo de los vestidos de panalito que mi santa madre me zambutía hasta los 10 años. Y yo era una niña grande, que parecía como de a 12. Con colitas y listones y calcetas caladas y toda la cosa. Fatal.
Tal vez si nos liberamos de la idea que la conducta y apariencia personal de los demás nos impacta directamente a nosotros, somos más felices. Es una carga adicional que no tenemos por qué llevar. El lema "me pela tu vida" es casi un acto de amor. Aprendiendo a querer a los demás como son, no importándonos qué hagan ni cómo se miren, somos mejores amigos. Y siempre tenemos la opción de alejarnos de las personas que nos hagan daño.
Claro, de casi todas esas personas. Mi tía viejita, la que hace los comentarios de arriba, a ella no la puedo dejar de ver. Todas las semanas. Le abro el carro, me siento, suspiro y espero el saludo de turno. Lo mejor que me ha dicho últimamente es: "Mija, te veo algo delgadona." Me daré por dichosa.